ANTONIO SAN JOSE PEREZ
Todos encontramos momentos de felicidad de la forma más inesperada o más rutinaria y deberíamos dejar que nuestro espíritu se alimentara de los gestos sencillos, que no por repetitivos y esperados dejan de tener encanto, todo lo contrario: desde los más clásicos una mañana de sol invernal o la lectura de un artículo que nos apela y conmueve a los más alternativos encontrar en un mercadillo el tebeo que nos encantó a los cinco años o el vestido de tus sueñosa precio de saldo.